Los aspectos de los ácidos grasos omega y la reproducción e inmunidad en las vacas lecheras son muy conocidos por los nutricionistas y no constituyen una gran preocupación para ellos. Por el contrario, los lípidos no sólo se perciben hoy en día como proveedores de energía, sino también como componentes funcionales de las dietas con implicaciones fisiológicas y económicas.
Debido a ello, los nutricionistas han empezado a considerar la posibilidad de formular para determinados ácidos grasos y sus proporciones (similares a las de los aminoácidos), ya que tienen importantes repercusiones en muchos aspectos, como la digestibilidad general de la dieta, la salud del rumen y la eficiencia alimentaria, y otros de creciente interés, como la inmunidad y el rendimiento reproductivo. Sin embargo, todavía no hay recomendaciones sobre los ácidos grasos en los productos lácteos. Por un lado, el ácido palmítico se ha propuesto como una herramienta interesante para aumentar el porcentaje de grasa de la leche, y se han realizado muchas investigaciones durante los últimos años. Por otro lado, los ácidos grasos insaturados también están en el punto de mira, como mejoradores de la composición de la grasa de la leche (en la búsqueda de la salud humana) y de las tasas de fertilidad. También se consideran sus efectos sobre la modulación de la inmunidad (aunque este punto está hoy en día más en el lado académico). Aquí ofrecemos un resumen de la investigación en este campo.
Efectos sobre la reproducción, la inmunidad
Tradicionalmente, los efectos de los lípidos en la reproducción se abordaban en función de la energía que proporcionaban (equilibrio energético y puntuación corporal). Sin embargo, los autores han demostrado que los ácidos grasos también juegan un papel en las vías fisiológicas/metabólicas. En este sentido, Mattos y otros (2000) sugirieron que el efecto positivo de la grasa en la fertilidad puede no deberse a la mejora del equilibrio energético de las vacas, sino más bien al efecto específico de algunos ácidos grasos alimentarios en la fisiología del eje hipotálamo-hipófisis-ovario e incluso del útero. Según Dirandeh y otros (2012), los estudios han indicado en general que los AGPI de las familias de los omega-6 (ácido linoleico) y omega-3 (ácido a-linolénico; eicosapentaenoico [EPA], C20:5 omega-3; docosahexaenoico [DHA], C22:6 omega-3) son los más beneficiosos para mejorar la reproducción en las vacas.
En general, se ha demostrado que las familias N-3 tienen un efecto importante en el rendimiento reproductivo, que se debe al efecto de los omega en la reducción de las concentraciones de PGF2α. Debido a las conocidas propiedades luteolíticas del PGF2α, una reducción de la secreción endometrial del PGF2α favorecería el establecimiento y mantenimiento del embarazo (Hallé y otros, 2015). Así pues, se ha informado de que la administración de suplementos alimenticios con alto contenido de omega-3 (n-3) FA (por ejemplo, ácido linolénico, C18:3n-3) durante la temporada de cría y el inicio de la gestación reduce la producción de PGF2a uterino y mejora la calidad del embrión y el mantenimiento del embarazo. Las tasas de embarazo pueden aumentar si se incrementa la producción de progesterona y se reduce la mortalidad embrionaria (Santos et al. , 2008; Silvestre et al., 2011; Hess et al. , 2005).
Relación Omega-6/omega-3
Muchos nutricionistas cambiaron su enfoque hacia uno centrado en los ácidos grasos, lo que estableció una sensación de preocupación con respecto a la proporción n-6/n-3. En este sentido, cabe destacar los valores utilizados por Kim et al. (2015): relaciones FA n-6/n-3 de 2:07, 5:18 y 7:37. Estos autores evaluaron los efectos de la proporción de ácidos grasos n-6/n-3 en la dieta sobre la digestibilidad de los nutrientes, los metabolitos sanguíneos y el perfil de FA de las novillas de Hanwoo. En cuanto a la digestibilidad y los efectos en el rumen, descubrieron que la digestibilidad in vivo no se veía afectada (P > 0,05) por la relación de ácidos grasos n-6/n-3 FA de la dieta, mientras que la digestibilidad de la materia seca in vitro y las concentraciones de ácidos grasos volátiles totales y propionato disminuían linealmente al aumentar la relación de ácidos grasos n-6/n-3 FA. En cuanto a los metabolitos sanguíneos, encontraron que la insulina y la progesterona plasmáticas aumentaban linealmente, pero el ácido linolénico y el total de n-3 FA disminuían linealmente con el aumento de la proporción n-6/n-3 FA. Así, los autores concluyeron que el aumento de la proporción de FA n-6/n-3 en la dieta puede aumentar la proporción de FA n-6/n-3 en el plasma y el líquido ruminal, así como la secreción de progesterona en el plasma, lo cual está relacionado con la fertilidad. Hallé y otros (2015) también estudiaron los efectos de diferentes relaciones n-6:n-3 (4, 15 y 25), esta vez sobre la expresión génica y la secreción de PG en diferentes células del endometrio bovino en el momento de la periimplantación. La proporción 4 en combinación con la enterolactona lignana (ENL) dio lugar a la mayor reducción de las concentraciones de PGF2α. Debido a las conocidas propiedades luteolíticas de PGF2α, una reducción de la secreción endometrial de PGF2α favorecería el establecimiento y mantenimiento del embarazo.
Ese mismo año, Greco y otros (2015) evaluaron los efectos de la alteración de la relación entre los ácidos grasos (AG) n-6 y n-3 en la dieta y la ingesta de estos AG durante 6 a 10 días en las vacas lecheras lactantes sobre el rendimiento de la lactancia y las respuestas de la fase aguda inflamatoria a un desafío con lipopolisacáridos (LPS). Las dietas se complementaron con una mezcla de sales de Ca de pescado, cártamo y aceites de palma para crear tres proporciones diferentes de n-6 a n-3 FA (3:9, 4:9, o 5:9).
Ingesta de alimentos, leche e inmunidad
Los resultados incluyeron varios componentes. La reducción de la proporción de n-6 a n-3 FA aumentó la ingesta de materia seca (24,7, 24,6 y 26,1 [para 5:9, 4:9 y 3:9, respectivamente]), con aumentos simultáneos en los resultados de la producción de leche. Las tres proporciones diferentes de n-6 a n-3 FA dieron como resultado 43,4, 45,4 y 48 kg de leche corregida en grasa al 3,5% por día con 1,53, 1,60 y 1,71 kg de grasa/d, 1,24, 1,28 y 1,32 kg de proteína verdadera/d y 2,12, 2,19 y 2,29 kg de lactosa de leche/d (respectivamente para las proporciones 5:9, 4:9 y 3:9). En cuanto a la inmunidad, se demostró que las concentraciones de IL-6 en el plasma aumentaron al incrementarse la proporción de n-6 a n-3 FA (112,5, 353,4 y 365,1pg/ml [para 3:9, 4:9 y 5:9, respectivamente]).
La concentración de haptoglobina fue mayor a las 24h después del desafío de LPS para las vacas alimentadas con 5,9. La temperatura corporal y el recuento de células somáticas fueron mayores para las vacas alimentadas con 4:9 en comparación con las alimentadas con 3:9 o 5:9 (41,3, 40,8 y 40,8; 4,33, 3,68 y 3,58 × 106/ml), para R5, R4 y R6, respectivamente. La fagocitosis y el estallido oxidativo por los neutrófilos recogidos de la circulación no se vieron afectados por el tratamiento dietético en las primeras 48 horas después de la infusión intramamaria de LPS. Por lo tanto, estos autores (Greco y otros, 2015) concluyeron que el suministro de la misma cantidad de ácidos grasos en la dieta de las vacas lecheras en etapa temprana de lactancia, pero la alteración de la relación de la FA poliinsaturada de las familias n-6 a n-3, influyó en el rendimiento de la lactancia y en las respuestas inflamatorias a un desafío de LPS.
Conclusiones y recomendaciones
Queda claro que la nutrición tiene un efecto trascendental en la reproducción y la inmunidad, en particular los ácidos grasos esenciales (omega-3 y omega-6). Por consiguiente, los enfoques en los que ya se considera el efecto funcional de cada ácido graso a nivel de campo son más novedosos, y la percepción es que están lejos de ser meros contribuyentes de energía (aunque lo son). Por supuesto, el suministro de esos ácidos grasos debe realizarse en dosis y proporciones adecuadas, así como en los períodos de tiempo apropiados (antes y después del parto). Para ser precisos, el nivel de protección de los ácidos grasos debe medirse y garantizarse, debido a la biohidrogenación ruminal. Por lo tanto, es necesario desarrollar fuentes protegidas de omega-3 y omega-6 a nivel ruminal para evitar reducciones de la eficiencia alimentaria a nivel ruminal y la pérdida de grasa en la leche.
Este artículo se ha reimpreso con permiso de AFMA Matrix (volumen 27, número 3, 2018).