Hoy en día, la resistencia a los antimicrobianos representa una de las mayores amenazas para la salud pública y animal, y está inextricablemente ligada al uso de antimicrobianos (AMU). Por lo tanto, reducir el uso de antimicrobianos tanto en humanos como en animales es una necesidad Una exhaustiva búsqueda bibliográfica demostró que la mejora de la bioseguridad en la producción ganadera puede reducir la necesidad de antimicrobianos en los animales destinados a la producción de alimentos.
Hacemenos de 100 años que los antibióticos empezaron a estar disponibles para su uso en humanos y, posteriormente, en animales, lo que ha supuesto unos beneficios sin precedentes para la salud, la economía y el desarrollo de la sociedad. Sin embargo, el uso generalizado y no regulado de antibióticos provocó un aumento de los niveles de resistencia de numerosos patógenos. En todo el mundo, el 70% de los antibióticos son consumidos por animales y el 30% por humanos. Aunque se han tomado medidas para reducir el uso no racional de antimicrobianos en la producción ganadera mediante políticas y directrices, el uso de estos fármacos con fines no terapéuticos sigue siendo frecuente en muchas regiones del mundo. Además, el uso no terapéutico de antibióticos se destina principalmente a enmascarar condiciones de cría subóptimas, como una bioseguridad deficiente.
Aplicar una bioseguridad adecuada
La bioseguridad se define como el conjunto de medidas destinadas a reducir el riesgo de introducción, radicación y propagación de agentes patógenos hacia, dentro y desde una población animal. Esto incluye, por ejemplo, el movimiento restringido de animales, el uso de unidades de cuarentena y aislamiento y protocolos de limpieza y desinfección. El nivel de bioseguridad influye en el equilibrio entre la producción óptima, la seguridad alimentaria, el bienestar animal y la salud de las personas, por un lado, y la presencia de infecciones, el uso de antimicrobianos y el nivel de resistencia a los mismos, por otro. Esto funciona como un balancín: al aumentar el nivel de bioseguridad en una granja, se puede reducir el número de brotes de enfermedades entre los animales, lo que mitiga la necesidad de tratamientos antimicrobianos. Sin embargo, la adopción de medidas de bioseguridad varía de una explotación a otra y de una región a otra, y está vinculada a las características sociodemográficas del ganadero, a su actitud, a sus limitaciones físicas y económicas, pero también a su acceso a la información y a su confianza en las autoridades zoosanitarias. A menudo, los agricultores creen que la bioseguridad es responsabilidad del gobierno, lo que influye en su motivación para invertir en ella. Por lo tanto, es crucial investigar y demostrar el vínculo entre bioseguridad, prácticas de gestión y UGA para convencer a las partes interesadas de la importancia y las oportunidades de la bioseguridad.
Estudios sobre bioseguridad y UMA
Para evaluar la relación entre bioseguridad y uso de antimicrobianos, evaluamos la literatura científica e identificamos 27 estudios que estudiaban este tema. Sorprendentemente, pero no inesperado:
20 de esos estudios (74%) se realizaron en países europeos
6 en Asia
sólo 1 estudio en América Central, concretamente en México
Esto pone de manifiesto la necesidad de investigar más sobre bioseguridad y UMA en los países de renta baja y media, ya que en ellos tanto la carga de enfermedades animales como la UMA son mayores. Más del 50% de los estudios se realizaron en explotaciones porcinas, seguidas de las avícolas (26%) y las bovinas (11%) y, un único estudio, en una granja de pavos.
Muchos de los estudios eran transversales, lo que limita la capacidad de inferir asociaciones causales entre una mejor bioseguridad y una menor UMA. Sin embargo, 7 estudios eran longitudinales, de los cuales 4 incluían medidas de intervención. Estos últimos se consideran de mayor calidad metodológica.
Figura 1 – Número de estudios que muestran una asociación estadística entre el uso de antimicrobianos (UMA) y la bioseguridad, la gestión y la sensibilización de las explotaciones.
La figura 1 ofrece una visión general de los resultados de los estudios. Más de la mitad de los estudios mostraron que la mejora de la bioseguridad en una explotación estaba asociada a niveles más bajos de UMA. Un estudio también demostró que la aplicación de la bioseguridad es una estrategia rentable para reducir la UMA y que beneficia a la economía de la explotación.
Además, 5 estudios constataron que una mejor gestión de las explotaciones tenía un efecto positivo sobre la UMA y 2 estudios de orientación mostraron que orientar a los agricultores hacia una mejor bioseguridad y concienciarlos sobre su importancia tenía un efecto positivo sobre el uso de antimicrobianos en una explotación. Por otro lado, 5 estudios informaron de una asociación incierta o espuria entre la bioseguridad de las explotaciones y la UMA. Esto significa que un aumento de la bioseguridad no se tradujo claramente en una reducción de la UMA. Algunas medidas de bioseguridad generales, no específicas de la especie, se han asociado con tasas de infección bajas y una reducción de la UMA, como el cumplimiento del sistema todo dentro/todo fuera, el uso de un cierre higiénico («entrada danesa»), una gestión adecuada de las enfermedades, el uso de corrales hospitalarios y el cumplimiento de los protocolos de vacunación. Además, se identificaron algunas medidas específicas para cada especie, como una mayor edad de destete en los lechones y una gestión adecuada de la salud de la ubre en las vacas lecheras, que tenían efectos beneficiosos sobre la UMA.
Importancia de la formación y la sensibilización
Para animar a los granjeros a aplicar medidas de bioseguridad, es esencial concienciarlos sobre los riesgos de una UMA desprejuiciada y los beneficios de la bioseguridad. En las granjas avícolas, por ejemplo, hacer hincapié en una correcta higiene de las manos y sensibilizar sobre la bioseguridad redujo la UMA. En los rebaños lecheros holandeses, la UMA se redujo en un 17 % en un periodo de tres años mediante una combinación de medidas de sensibilización y restrictivas. Un estudio demostró incluso que los ganaderos podían criar cerdos sin antibióticos y mantener ese estatus mediante un entrenamiento específico de la granja relacionado con la UMA prudente y la mejora de la bioseguridad. Estos resultados demuestran el impacto y la importancia de las campañas de concienciación y la formación en la lucha contra la UGA no prudente. Esto pone de relieve el papel de los veterinarios y otras partes interesadas, que son cruciales en este proceso de formación para animar a los ganaderos a adoptar prácticas de bioseguridad en las granjas como una forma rentable de reducir la UMA.
Figura 2 – Factores que influyen en la utilización de antimicrobianos (UMA). La presencia de factores morados disminuirá la UMA y los factores rojos tienden a aumentarla.
Otros factores que influyen en la UMA
Además de la bioseguridad, otros factores de gestión de las explotaciones influyen en la UMA a nivel de explotación(Figura 2). Factores como la vacunación, la gestión, la presencia de alternativas a los antibióticos y la disponibilidad de pruebas de diagnóstico tienen un efecto positivo sobre la UMA. El aumento de estos factores se traducirá en una reducción de la UMA. Por el contrario, cuando la situación económica del ganadero es mala, la presión infecciosa es elevada o existe presión de la industria farmacéutica, las UMA tienden a ser más elevadas.
Conclusiones y recomendaciones
Sobre la base de los conocimientos que esta revisión ha proporcionado acerca de la relación entre la bioseguridad de las explotaciones y la UMA, se puede concluir que la bioseguridad desempeña un papel vital en el esfuerzo por reducir la UMA. Cuando aumentan la bioseguridad y la gestión en la explotación, se necesitan menos antimicrobianos. Además, formar a los ganaderos y concienciarlos sobre los beneficios de la bioseguridad y los riesgos de las UMA es un método eficaz para reducir las UMA en las explotaciones. Hemos demostrado que ya existen, principalmente en Europa, algunos estudios que han demostrado estas relaciones, pero sigue habiendo una laguna de datos en los países de ingresos bajos y medios. En estos países se debería hacer un mayor esfuerzo para cuantificar la bioseguridad a nivel de granja mediante métodos adecuados y monitorizar la UMA. Además, los profesionales de la sanidad animal deberían desempeñar un papel más vital a la hora de orientar a los ganaderos hacia una UMA más baja. Constituyen el puente entre las demás partes interesadas y el ganadero y, sobre todo, poseen los conocimientos necesarios. Por último, es necesario seguir investigando para elaborar directrices basadas en pruebas destinadas a los ganaderos con el fin de promover prácticas óptimas de bioseguridad y uso de antimicrobianos.
El artículo se basa en la ponencia de Dhaka, P.; Chantziaras, I.; Vijay, D.; Bedi, J.S.; Makovska, I.; Biebaut, E.; Dewulf, J.
¿Puede la mejora de la bioseguridad en las explotaciones reducir la necesidad de antimicrobianos en los animales destinados al consumo humano?
A Scoping Review. Antibiotics 2023, 12, 893.