Evitar la caída de la grasa de la leche durante el estrés por calor

Las vacas lecheras sometidas a estrés por calor suelen sufrir una depresión de la grasa de la leche, lo que puede resultar costoso para los productores en el difícil mercado lácteo actual. Sin embargo, las investigaciones en curso sugieren que la optimización de la función del rumen puede ayudar a mantener las concentraciones de grasa de la leche en las vacas sometidas a estrés por calor.

La síntesis de la grasa de la leche depende de los ácidos grasos de 2 fuentes:

Ácidos grasos de cadena larga (más de 16 átomos de carbono por molécula) – se derivan de la absorción de los ácidos grasos preformados circulantes, la grasa dietética absorbida del tracto digestivo, y los ácidos grasos no esterificados (NEFA) de la movilización de las reservas de grasa corporal.

Los ácidos grasos de cadena corta (4 a 8 carbonos) y de cadena media (10 a 14 carbonos) se originan en la glándula mamaria a partir de la síntesis de novo (ácidos grasos creados «de nuevo» en la mama a partir de moléculas más pequeñas).

Los ácidos grasos de 16 carbono pueden provenir de ambas fuentes. Para una vaca bien alimentada, se estima que entre el 4% y el 8% de los ácidos grasos de la leche se originan de la descomposición de la grasa corporal (como el NEFA). Sin embargo, la proporción de ácidos grasos de esta fuente podría aumentar progresivamente a medida que el balance energético neto de la vaca disminuye (Bauman y Griinari, 2001). En el estrés por calor, hay dos mecanismos potenciales para la depresión de la grasa de la leche (MFD). El primero es la biohidrogenación de los ácidos grasos del rumen, que inhibe la síntesis de grasa de la leche de novo. El segundo es el lipopolisacárido del rumen, que limita el suministro de sustrato y la síntesis de grasa de la leche de novo.

Biohidrogenación de ácidos grasos alterada

Según la bien aceptada «teoría de la biohidrogenación» (Bauman y Griinari, 2001), la MFD resulta de los cambios en la biohidrogenación del rumen de los ácidos grasos insaturados y del paso de intermediarios específicos de la biohidrogenación fuera del rumen (como el trans-10, cis-12 CLA). Estos intermediarios de la biohidrogenación interfieren posteriormente en la expresión de los genes que intervienen en la síntesis de la grasa, reduciendo así la síntesis de la grasa de la leche en la glándula mamaria. Además, el aumento de la tasa de salida de los alimentos del rumen puede aumentar la probabilidad de que los intermediarios de la biohidrogenación pasen a través del rumen. Así pues, la teoría identifica cómo ciertos alimentos pueden representar factores de riesgo de MFD (Figura 1). Los nutricionistas de la industria lechera a veces sugieren la utilización de suplementos de grasa para mantener la ingesta de energía de la vaca durante el estrés por calor. Sin embargo, es importante que la fuente de grasa sea inerte en el rumen. De lo contrario, el bajo pH del rumen, que se produce en las vacas sometidas a estrés térmico, podría generar más intermediarios de biohidrogenación y aumentar el riesgo de DFM.

Figura 1 – Los componentes de la dieta pueden influir en el riesgo de depresión de la grasa de la leche de tres maneras a través de la vía de la biohidrogenación del rumen (BH).

Adaptado de Lock y Bauman (2007).

Alteración de la producción de LPS en el rumen

El otro mecanismo potencial para el MFD durante el estrés por calor implica la concentración de lipopolisacáridos en el rumen (LPS), que provienen de las bacterias Gram-negativas cuando mueren. La investigación muestra que cuando el pH del rumen disminuye, la concentración de LPS en el rumen aumenta. Además, cuando la concentración de LPS en el rumen aumenta, la concentración de grasa de la leche disminuye. Zebeli y Ametaj (2009) mostraron mayores concentraciones de LPS en el rumen al aumentar la proporción de granos en la dieta. A medida que el LPS del rumen aumentaba, el contenido de grasa de la leche disminuía (Figura 2). Esta correlación podría deberse a la capacidad del LPS para inducir la producción de insulina en el páncreas (Waldron et al. , 2006). El aumento de la insulina circulante y la mayor sensibilidad a la insulina de las vacas en celo podrían reducir la movilización de la grasa corporal.

Esta condición podría producirse aunque las vacas sometidas a estrés térmico tengan un balance energético negativo debido a la reducción de la ingesta de alimentos y al aumento de las exigencias de mantenimiento (Baumgard y Rhoads, 2013). Además, la falta de plasma NEFA, potencialmente un importante precursor de la síntesis de la grasa de la leche en situaciones de estrés térmico (Bauman y Griinari, 2001), puede contribuir a la DFM. Otros efectos negativos de la LPS en la producción de ácidos grasos que se han notificado son: Disminución de la actividad de la lipoproteína lipasa (López-Soriano y Williamson, 1994), disminución de la expresión de la lipoproteína lipasa y de la proteína de transporte de ácidos grasos 1 (Feingold et al., 2009) y supresión de las enzimas relacionadas con la síntesis de ácidos grasos de novo en el tejido mamario (Dong et al., 2011).

Figura 2 – Correlación entre el lipopolisacárido del rumen (LPS) y el contenido de grasa de la leche.

Adaptado de Zebeli y Ametaj (2009).

Optimizar la función del rumen durante el estrés por calor

Las investigaciones realizadas hasta la fecha ayudan a explicar cómo el MFD durante el estrés por calor se relaciona con la salud del rumen deprimido. Dada esta relación, la optimización de la función del rumen podría ayudar a mantener el contenido de grasa de la leche y la eficiencia de la producción de las vacas lecheras bajo estrés por calor. El estrés por calor causa cambios fisiológicos y de comportamiento en las vacas lecheras. Estos cambios pueden llevar a condiciones ruminales subóptimas, dando como resultado la producción de intermediarios de biohidrogenación de ácidos grasos y LPS que inhiben la síntesis de la grasa de la leche en la glándula mamaria. Hoy en día, se dispone de tecnologías naturales de salud digestiva para ayudar a optimizar las condiciones del rumen a través de la dieta, ayudando así a reducir el impacto negativo del estrés por calor en la grasa de la leche y a mantener la eficiencia de la producción de las vacas lecheras de alta producción.

Las referencias están disponibles a petición.

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