Fibra dietética: El banquete para las bacterias beneficiosas

Parece que fue ayer cuando escuché a mis padres decir «¡Come tus vegetales!» Sabemos que son buenos por varias razones, y una de esas razones es la ingesta de fibra. En la nutrición humana, los beneficios de la fibra para el funcionamiento general del intestino están bien establecidos y aceptados. Estos incluyen la saciedad, la regulación de la absorción de nutrientes y – más importante – el establecimiento de una buena microbiota. La comprensión de la fibra en la nutrición humana ha evolucionado debido al desarrollo de métodos analíticos mejorados en términos de determinación de la fibra en los ingredientes de los alimentos y la detección de la microbiota.

Debido a la reducción de la dependencia de los antibióticos promotores del crecimiento, los nutricionistas animales pueden verse abrumados con la información sobre cómo mantener un buen ambiente intestinal y la microbiota. No hay una sola bala de plata que proporcione la respuesta; es un enfoque combinado que debe emplearse como parte de una estrategia nutricional para abordar la situación. Una parte importante de este enfoque que vale la pena considerar, y que a menudo se pasa por alto, es el papel de la fibra en la dieta, debido a que es un sustrato clave para el crecimiento bacteriano.

Análisis de la fibra cruda

El uso de métodos obsoletos para el análisis de la fibra fue posiblemente una de las principales causas de que los nutricionistas pasaran por alto el contenido de fibra en las dietas de los cerdos y las aves de corral. El principal análisis que se sigue utilizando hoy en día es un método llamado análisis de la fibra cruda, que se desarrolló hace más de 150 años, y que básicamente subestima el contenido de fibra. Esto se debe a que las muestras se procesan de una forma tan dura que generalmente sólo una cuarta parte de la fibra puede soportar las condiciones del método.

La fibra cruda crea entonces la falsa sensación de que los ingredientes suelen ser bajos en fibra, con los piensos monogástricos que tienen una composición de fibra de menos del 5%. Los métodos analíticos han evolucionado, y hoy en día somos capaces de medir el contenido total de fibra, que se compone de polisacáridos sin almidón y lignina. Utilizando este método, podemos ver que la fibra total puede oscilar entre el 10% y hasta el 25% en las dietas monogástricas, lo que por supuesto dependerá de la composición del alimento, pero esto refuta la creencia de que las dietas monogástricas son bajas en fibra.

La importancia de la fibra

Entonces, ¿por qué es tan importante la fibra? Durante mucho tiempo se pensó que la fibra sólo causaba un impacto negativo en la nutrición animal, y que la formulación de dietas sin fibra era la mejor solución. Ahora sabemos que la fibra juega un papel importante en la función intestinal y en el desarrollo de la microbiota. Comprender el contenido y las características de la fibra, como la solubilidad e incluso el grado de polimerización, nos ayudará a nutrir mejor a las bacterias beneficiosas que fermentan la fibra. Las bacterias intestinales utilizan la fibra como sustrato, produciendo en última instancia ácidos grasos volátiles (AGV) que ayudan a mantener la integridad intestinal y sirven como fuentes de energía para el huésped, recuperando parte de la energía que se perdería si la microbiota no estuviera allí. También debemos recordar que la microbiota beneficia al huésped no sólo por la producción de AGV, sino también por el desarrollo del sistema inmunológico, la superación de los patógenos y la producción de otros productos beneficiosos como las vitaminas e incluso el comportamiento del huésped.

Evolución de la microbiota intestinal

La microbiota intestinal evoluciona con el tiempo, mejorando cada vez más en la utilización de la fibra como sustrato. Entonces, ¿qué herramientas podemos usar para hacer que la microbiota intestinal sea capaz de utilizar la fibra más rápidamente? Una cosa que debemos recordar es que no toda la fibra es fácilmente fermentable. De hecho, algunos tipos de fibra no son fermentables en absoluto en la monogástrica (es decir, la celulosa y la lignina). Otro punto importante con respecto a la fibra es que la microbiota fermentará preferentemente oligosacáridos sobre polisacáridos.

De hecho, éste puede ser el principal mecanismo de funcionamiento de las xilanasas, en términos de descomponer las largas cadenas (o polisacáridos) de los arabinoxilanos en cadenas más pequeñas (u oligosacáridos). Estos oligosacáridos estimularán el crecimiento y el establecimiento de mecanismos de microbiota para degradar y fermentar la fibra, favoreciendo a las especies que fermentan la fibra para producir sus propias enzimas para desbaratar toda la fibra.

Una nueva frontera para la nutrición monogástrica

Teniendo en cuenta que el contenido de fibra en las dietas monogástricas es bastante alto, no parece razonable no cosechar los beneficios que puede ejercer una mejor fermentación de la fibra. Esta forma de pensar representa una nueva frontera para la nutrición monogástrica en lo que respecta a la forma de proporcionar mejor los nutrientes a la microbiota intestinal, a menudo denominada «segundo cerebro» por los nutricionistas humanos.

Autor: Gilson Gomes, Jefe Técnico, AB Vista

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