Una de las principales tendencias de la ganadería porcina moderna es la creciente demanda de sostenibilidad. Cómo pueden los ganaderos satisfacer las crecientes expectativas y, al mismo tiempo, asegurar la rentabilidad de sus explotaciones?
La producción sostenible no sólo implica que los animales se críen de forma que se proteja y promueva su bienestar, sino también que los recursos se utilicen de forma eficiente y responsable. Cumplir estas exigencias sin dejar de ser rentable y exitoso suele ser un gran reto para los ganaderos. Esto es especialmente cierto a la luz de las expectativas de los consumidores y el creciente número de regulaciones
El destete es una fase especialmente crítica. Los animales están expuestos a numerosas situaciones de estrés, por lo que es importante que reciban todo el apoyo posible desde el principio. Estos factores de estrés, muchos de los cuales existen en prácticamente todas las explotaciones, incluyen el realojamiento de los lechones y la mezcla de las distintas camadas tras el destete, y las consiguientes peleas por el rango. Otro factor de estrés es la transición a los alimentos sólidos y la consiguiente adaptación del tracto gastrointestinal: algunos lechones necesitan hasta 48 horas para tomar su primer alimento, lo que al principio provoca una reducción de la ingesta de alimentos y posteriormente una sobrealimentación, lo que aumenta considerablemente el riesgo de diarrea.
Empezar por las tripas
Una de las estrategias consiste en apoyar la microbiota intestinal. Hasta la fecha, la ciencia no ha revelado todavía todas las interdependencias entre la microbiota intestinal y el rendimiento del crecimiento. Sin embargo, no hay duda de que la microbiota está fuertemente relacionada con la capacidad de recolección de energía y la resistencia a las bacterias patógenas. También estamos seguros de que las infecciones e inflamaciones bacterianas gastan mucha energía y, por tanto, reducen el rendimiento. Es principalmente por esta razón por la que los promotores de crecimiento antibióticos (AGP) comenzaron a utilizarse tanto como una apuesta segura para garantizar la rentabilidad como con la esperanza de que sirvieran de apoyo adicional contra los gérmenes patógenos y redujeran las infecciones. Hoy en día, los AGP se siguen utilizando ampliamente en muchas partes del mundo. De hecho, a lo largo de las décadas, su uso en los piensos ha demostrado que la producción puede aumentar definitivamente al suprimir los factores ambientales negativos. Pero hoy en día somos conscientes de los peligros que entrañan los AGP: destruyen la inestimable flora intestinal natural de los animales, perjudican su bienestar, contribuyen significativamente a la formación de gérmenes resistentes a los antibióticos y, por consiguiente, son también una amenaza para nuestra propia salud. Afortunadamente, cada vez más países se están dando cuenta de que el uso inadecuado de antibióticos para mejorar el rendimiento en la alimentación animal es un callejón sin salida. Todas las partes interesadas a lo largo de la cadena de valor -consumidores, minoristas, productores y agricultores- han reconocido la necesidad de actuar. Naturalmente, en el caso de los productores y los ganaderos, todo comienza con los piensos. Este es el punto de partida para todo aquel que quiera actuar de forma responsable y sostenible y, al mismo tiempo, conseguir un rendimiento óptimo. Tenemos un poderoso aliado en los fitógenos, que nos ayudan a hacer precisamente esto. Las pruebas demuestran claramente el potencial de los aditivos fitogénicos para piensos: las combinaciones de ingredientes activos fitogénicos pueden sustituir eficazmente a los antibióticos promotores del crecimiento, prevenir la resistencia bacteriana y mejorar la seguridad y el bienestar de los animales, ayudando así a los ganaderos a alcanzar sus objetivos de sostenibilidad -y rentabilidad-.
Eficacia probada
De los muchos fitógenos, tomemos como ejemplo el lúpulo común(Humulus lupulus). El lúpulo se utiliza en medicina desde hace miles de años. Es el ingrediente preferido en la producción de cerveza debido a su sabor amargo y a sus propiedades antimicrobianas y conservantes. Contiene fitoquímicos específicos con estructuras similares a las de los ionóforos -moléculas que aumentan la permeabilidad de las membranas celulares a los iones- que pueden inhibir las bacterias grampositivas, lo que lo convierte en una alternativa natural muy prometedora a los antibióticos en la alimentación animal. Y los aditivos fitógenos para piensos pueden hacer aún más: son soluciones realmente viables que alivian los problemas relacionados con el estrés, reducen la inflamación, favorecen el sistema inmunitario y, en última instancia, mejoran el rendimiento de los animales. Anta Phyt es un ejemplo de ello: se trata de una formulación fitogénica que contiene componentes de lúpulo seleccionados y otros ingredientes de origen vegetal que han sido diseñados para favorecer una microflora saludable en el tracto digestivo. Numerosos estudios han demostrado que Anta Phyt tiene un efecto beneficioso sobre los parámetros de rendimiento, como el aumento de peso diario y la conversión alimenticia, así como sobre los parámetros de bienestar animal.
Figura 1 – La primera semana como indicador importante del desarrollo posterior del lechón.
Alimentación para mejorar el bienestar de los animales
Mejoras en el bienestar y el rendimiento de los animales, productos más sanos y seguros para los consumidores, mayor productividad para los agricultores, más sostenibilidad y protección del medio ambiente: los aditivos fitogénicos prometen mucho, ¡y realmente lo cumplen! Los resultados y la experiencia adquirida hasta ahora demuestran que, en la combinación adecuada, realmente marcan la diferencia.
Figura 2 – Diferencias al final de la cría de lechones entre AGP y Anta Phyt.
Volvamos a nuestros lechones y a los retos del destete. También aquí los fitógenos tienen un gran potencial. Un ensayo de alimentación realizado durante el periodo de cría, que también incluía específicamente la primera semana tras el destete, lo ilustra. El ensayo comparó la eficacia de los AGP con la del aditivo fitogénico Anta Phyt. Las cifras son indiscutibles: el grupo que recibió el aditivo fitogénico mostró mejores índices de crecimiento y conversión alimenticia que el grupo de AGP. De hecho, ya en la primera semana, este grupo mostró una ganancia adicional de más de 200 g por animal y día(Figura 1). Esto continuó durante todo el periodo de cría y condujo a un peso final superior en más de 2 kg al del grupo de control(Figura 2). Esto demuestra que podemos deshacernos de los AGP, al menos en parte, y también que podemos conseguir resultados aún mejores sin ellos. Los fitógenos son el camino a seguir: un camino hacia una producción más sostenible, menos antibióticos, menos despilfarro de recursos, más seguridad y salud tanto para el ganado como para las personas, y más crecimiento y beneficios a largo plazo para los productores. Así que ¡a por ellos!