La capacidad del animal para alcanzar su pleno potencial depende de su capacidad para utilizar eficazmente los alimentos, defenderse de los patógenos y mantener una microflora diversa. Nos ayuda a perfilar la definición de salud intestinal óptima
Al considerar los elementos que crean la base de una salud intestinal óptima, podemos desglosarlos en 3 componentes fundamentales: absorción de nutrientes, diversidad microbiana y fuerte inmunidad. Estos elementos definitorios trabajan en sinergia para garantizar que los animales tengan todo lo que necesitan para mejorar su rendimiento, su bienestar y sus defensas naturales.
Absorción de nutrientes
Hasta el 75% de los costes de producción proceden de los piensos. Con la presión añadida del aumento de los costes de las materias primas y la energía, los animales deben digerir y absorber el pienso de forma eficiente. La cantidad de nutrientes absorbidos depende de muchos factores:
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En primer lugar, las moléculas de alimento grandes e insolubles deben descomponerse en moléculas pequeñas y solubles que puedan absorberse. Una actividad enzimática óptima (afectada por el pH intestinal) mejora la liberación de nutrientes del alimento, maximizando la energía y los nutrientes disponibles para su absorción para el mantenimiento y el crecimiento.
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Para obtener una eficiencia alimentaria óptima, los nutrientes deben estar disponibles desde el punto de vista nutricional y ser de buena calidad, las condiciones ambientales del intestino deben ser propicias para la actividad enzimática y las estructuras intestinales deben estar bien formadas para permitir una absorción óptima.
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Una vez que los nutrientes pueden absorberse, la velocidad a la que lo hacen depende de la integridad y la superficie del intestino. Los patógenos dañan el intestino, reduciendo el área de superficie, la absorción de nutrientes y el rendimiento. La superficie aumenta gracias a las vellosidades, que están protegidas de los patógenos por el moco secretado por las células caliciformes y un microbioma diverso
Diversidad microbiana
Una microbiota estable y diversa, junto con la capa mucosa, ayuda a controlar los patógenos, como Salmonella, Campylobacter, Clostridia, E. Coli, etc., mejora la digestión y absorción de nutrientes y mantiene la integridad del intestino
Es vital para la seguridad alimentaria, ya que ayuda a evitar la adhesión y proliferación de patógenos, lo que reduce la carga de patógenos. La reducción de la carga patógena disminuye el riesgo de transferencia a los seres humanos. También puede reducir la necesidad de intervención antibiótica y mejorar la sensibilidad de las bacterias a los antibióticos, disminuyendo así la abundancia de resistencia antimicrobiana
La mejora y el mantenimiento de la diversidad microbiana dependen de muchos factores:
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Reducir el pH del entorno intestinal puede favorecer las bacterias beneficiosas y disuadir a las nocivas
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Un microbioma equilibrado y diverso aumenta la competencia por el espacio y los nutrientes. Puede estimular el sistema inmunitario mediante la producción de metabolitos y AGCC, que también tienen efectos antibacterianos, y ser utilizado como fuente de energía por el intestino.
Si el microbioma se desequilibra, el intestino se vuelve vulnerable a la acumulación de patógenos (colonización), lo que da lugar a daños que comprometen la absorción, así como a un aumento de la carga de patógenos, lo que plantea un problema de seguridad alimentaria. Por lo tanto, es vital mantener un microbioma diverso fomentando el crecimiento de bacterias beneficiosas y eliminando las patógenas.
Fuerte inmunidad
El intestino es una parte vital del sistema inmunitario. Una buena salud intestinal es esencial para una inmunidad fuerte, mantener las defensas naturales y minimizar los brotes de enfermedades mediante la mejora de la función de barrera intestinal
Los animales disponen de 3 líneas de defensa inmunitaria, que se dividen en 2 categorías:
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Inmunidad innata: Sistema inespecífico con el que nace un animal y que constituye la primera y segunda línea de defensa.
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Inmunidad adquirida: Respuesta celular y molecular específica frente a un agente patógeno concreto desarrollada durante la vida del animal, que constituye la tercera línea de defensa
Estos sistemas ayudan a proteger y mantener la salud de los animales, trabajando juntos para defenderse de los agentes patógenos.
El epitelio intestinal, la capa mucosa y la microbiota actúan como barrera entre el medio interno y externo como parte de la primera línea de defensa. La microbiota intestinal también puede ayudar a activar la segunda y tercera líneas de defensa. La segunda línea de defensa ayuda a combatir los patógenos mediante leucocitos fagocíticos que engullen cuerpos extraños y liberan citoquinas y proteínas antimicrobianas. También suprime el crecimiento microbiano a través de la fiebre. La primera y segunda líneas son inmunidad innata, mientras que la tercera línea es inmunidad adquirida e incluye células B, células T y anticuerpos. Es posible mejorar la barrera física contra los patógenos, disminuir la RAM, inducir una respuesta inmunitaria más rápida a los patógenos y reducir la prevalencia de la enfermedad a través de la dieta y la microbiota.
Aplicar un enfoque holístico
Los 3 elementos que definen una salud intestinal óptima están interrelacionados. Cada uno de ellos aporta un beneficio independiente al animal, contribuyendo al rendimiento, el bienestar y las defensas naturales. Sin embargo, estos elementos también se alimentan mutuamente, lo que significa que la salud intestinal óptima no puede lograrse sin los tres.
Por lo tanto, debe aplicarse un enfoque holístico, que abarque y fomente cada uno de estos componentes, para establecer un intestino sano. Sólo entonces podremos sentar las bases de un rendimiento y una rentabilidad sostenibles en la producción animal.