Se prevé que en 2050 habrá 10.000 millones de personas viviendo en este pequeño planeta nuestro y corresponde al sector agrícola afrontar el reto de alimentarlas. Pero, ¿a qué precio? Ivo Lansbergen, Vicepresidente Ejecutivo de dsm-firmenich, inauguró el 9 de mayo en Cancún el Foro Mundial de la Nutrición con el mensaje «Bueno para mí, bueno para el planeta».
Lansbergen empezó diciendo que el sector agrario atraviesa momentos difíciles y emocionantes a la vez. En su opinión, estamos viviendo una policrisis, es decir, múltiples crisis que se suceden simultáneamente.
Estas crisis son las siguientes:
La salud: Aquí hay dos cuestiones. Está la crisis de la salud humana: puede que el mundo haya salido de la pandemia de cólera Covid 19, pero todos seguimos sufriendo sus consecuencias sanitarias y económicas. Pero también en el sector ganadero ha aumentado la frecuencia con la que aparecen enfermedades. De hecho, la gripe aviar ha estado presente todo el año, lo cual es excepcional.
Geopolítica: La invasión rusa de Ucrania y el impacto que está teniendo tanto en la seguridad alimentaria como en los costes energéticos.
La crisis silenciosa: 800 millones de personas no tienen acceso diario a alimentos nutritivos
El cambio climático: Con temperaturas récord en todo el mundo que provocan sequías e inundaciones.
Lansbergen cree que el cambio climático es la crisis global: «Tendrá un enorme impacto en todos nosotros, tanto en nuestra vida privada como en la profesional. Y lo que hagamos ahora repercutirá en nuestros hijos, ellos cosecharán los beneficios o pagarán el precio».
¿Cómo puede la industria producir proteínas asequibles, suficientes para alimentar al mundo, y que al mismo tiempo sean viables económicamente para sus empresas?
El dilema de las proteínas
Se prevé que en 2050 la población mundial será de 10.000 millones, frente a los 8.000 millones actuales. Y esos 10.000 millones necesitarán alimentarse. Actualmente, el 40% de la superficie terrestre se destina a la agricultura. Pero para poder alimentar al mundo en 2050 es necesario que aumente al 50%. Y la única forma de aumentar la masa terrestre es la deforestación, que no es una opción viable. Este es el dilema de las proteínas para la industria: «¿Cómo puede la industria producir proteínas asequibles, suficientes para alimentar al mundo, y que al mismo tiempo sean económicamente viables para sus negocios? Y además, a bajo coste para el planeta. Pero, ¿cómo vamos a conseguirlo?».
La respuesta está en los datos
Lansbergen está convencido de que los datos son la respuesta. En primer lugar, cree que hay que seguir con las innovaciones actuales, por ejemplo las enzimas. Pero también transparencia, y esta transparencia debe basarse en datos.
Mediante el uso de datos se puede auditar y rastrear la cadena de valor animal. Los proveedores pueden compararse con los proveedores, los ganaderos con los ganaderos y los productores con los productores. La creación y el intercambio de conocimientos podrían acelerar este camino hacia la sostenibilidad.
Recompensa por los esfuerzos realizados
Lansbergen subrayó que en este viaje que emprendemos juntos los esfuerzos deben ser recompensados. Los agricultores, por ejemplo, necesitan un precio decente por sus productos, reconocimiento por sus esfuerzos y apoyo financiero de las instituciones.
«Los consumidores siguen queriendo asequibilidad y calidad, pero también quieren conocer el impacto ecológico de lo que compran. Quieren saber que el producto es bueno para ellos, pero también para el planeta. Y eso, cree Lansbergen, será la fuerza motriz del futuro».